“Como pájaros que cuidan de sus hijos al hacer un nido en los árboles y las montañas, lejos de los depredadores, amenazas y peligros, y más cerca de Dios, deberíamos cuidar de nuestros hijos como un bien sagrado, promover el respeto a sus derechos y protegerlos” (extracto del último discurso de Zilda Arns).
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A tan sólo 12 días de haber comenzado el año, el mundo se conmovió frente al terremoto que devastó buena parte de Puerto Príncipe, la capital del sufrido pueblo haitiano. La magnitud de la catástrofe que se llevó más de 150.000 vidas humanas volvió a sembrar el horror en una sociedad históricamente sacudida por revoluciones, golpes de Estado, terror paramilitar, democracias fallidas y una pobreza y una desesperanza generalizadas. Entre las víctimas de la tragedia hubo casi una veintena de oficiales brasileños que formaban parte de las fuerzas de paz enviadas por la ONU desde 2004, cuando fue depuesto el presidente Aristide y el peligro de la disolución del estado haitiano se cernía como una amenaza inminente. Por cuestiones humanitarias, y en consonancia con el compromiso asumido en la reconstrucción de dicho país por la diplomacia brasileña, visitaba Haití la reconocida médica pediatra y sanitarista Zilda Arns, fundadora y coordinadora internacional de la Pastoral del Niño. No fue extraño que la mayor misionera laica de Brasil tuviera que ofrendar su vida en el país más pobre de América latina, donde tantos niños padecían ya antes del terremoto el flagelo del hambre, la desnutrición, el analfabetismo pero también el olvido y la indiferencia de la comunidad internacional.
Zilda había suspendido sus casi siempre postergadas vacaciones para cumplir el propósito de llevar el programa de la Pastoral del Niño a ese pequeño país. Precisamente fue después de hablar en una iglesia de Puerto Príncipe a la que asistieron alrededor de 150 religiosos (con el afán de convertirse en agentes de formación en dicha pastoral), cuando Zilda Arns pereció junto a la mayoría de ellos como consecuencia del derrumbe del predio donde se encontraban.
La noticia de su muerte provocó gran dolor en Brasil, no sólo en los ámbitos católicos, sino también en toda la sociedad civil que ya había sabido reconocer el valor de esta mujer que tanto hacía cotidianamente por las mujeres gestantes y los niños más pequeños y más desfavorecidos del país.
De hablar sereno y palabra tierna, la doctora Arns, de 75 años, se caracterizó también por la actividad incansable, el profesionalismo, el carisma y la coherencia evangélica que le supo dar a su vida y a la de sus semejantes. Comprometida con las políticas sociales y de salud de su país desde un lugar de fe y esperanza cristianas entabló un buen diálogo con la política partidaria pero enfatizando al mismo tiempo su autonomía y su fuerte apuesta por las iniciativas nacidas del seno mismo de la sociedad. Por ese motivo no aceptó cargos públicos prefirió actuar, en cambio, más cerca de la CNBB (Conferencia Nacional de Obispos de Brasil) de la cual dependía la Pastoral del Niño, creada por Zilda en 1983. Fue allí donde comenzó a destacarse en el diseño de programas de acción social pensados para el largo plazo. Hoy la Pastoral del Niño existe en 20 países, entre ellos la Argentina. En Brasil hay 260.000 voluntarios que acompañan a más de 1.900.000 gestantes y niños menores de 6 años.
Nacida en Forquilhinha, estado de Santa Catarina, Zilda provenía de una familia de colonos alemanes, pioneros en esa región. Sus padres fueron destacados líderes locales que le inculcaron el involucramiento en cuestiones de asistencia social. Tenía otros 13 hermanos, cinco de los cuales abrazaron la vida religiosa, entre ellos dom Paulo Evaristo Arns, arzobispo emérito de San Pablo, conocido por su firme defensa de los Derechos Humanos en la época de la dictadura militar. Sin embargo, ella misma reconocía que su hermano mayor fray João Crisostomo, profesor universitario, fue quien más se interiorizó en su formación intelectual y en su camino de vida. Fue así que una vez recibida de médica, Zilda Arns se desempeñó en puestos de salud ubicados en la periferia de Curitiba donde montó una red de asistencia a la maternidad infantil. Con sólo 46 años, quedó viuda y a cargo de sus 5 hijos. Convocada por el entonces gobernador de Paraná se hizo cargo de la coordinación y la lucha contra una epidemia de poliomielitis en União da Vitória.
A partir de esa experiencia su vocación de convivir con los niños no la abandonaría. Luego aceptó la invitación de su hermano dom Paulo para liderar un proyecto de la Iglesia para enfrentar las altas cifras de mortalidad infantil en base a la difusión del uso del suero casero.
Los inicios de la Pastoral del Niño no fueron fáciles y tuvo que vencer la resistencia de la corriente teológica y pastoral liberacionista que sostenía que esa tarea correspondía al
Estado, además de cuestionar su posible veta asistencialista. Pero la Dra. Zilda tenía la convicción de que su propuesta no era asistencialista sino fundamentalmente diseminación del conocimiento.
La estrategia del programa consistió desde el principio en la concientización de las madres sobre su papel central en la educación de los niños. Más que una gran inversión en gastos administrativos el programa de la pastoral se basó en la capacitación de líderes, en visitas a las familias, en la recuperación de los desnutridos y en el transporte de los voluntarios (en su mayoría mujeres entre 19 y 39 años y alrededor de 90.000 de ellos con estudios primarios incompletos).
Según Zilda Arns, tres cuidados eran primordiales para animar el voluntariado: valorizar a los militantes, hacerlos sentir parte de una familia y que creyeran en Dios como un referente de paz, igualdad y justicia. En reconocimiento al trabajo de los voluntarios la doctora Arns solía decir: “Ellos no contribuyen con dinero pero si tuviéramos que calcular su trabajo, tomando como base el salario mínimo su valor sería de 78.000.00 de reales”.
Actualmente la mezcla de las 2 cucharadas de azúcar con una de sal, diluidas en un litro de agua limpia, el famoso suero casero, es como si siempre hubiera existido. Sin embargo, vale la pena recordar que en los albores de la década del 80 sólo se usaban medicamentos industrializados, comercializados bajo patentes que eran caros e inaccesibles para los sectores sociales más pobres. El modelo de la Pastoral del Niño fue
un éxito en poco tiempo y, como los propios agentes de salud reconocen, fue adoptado por las dependencias de salud estatal: si en Brasil el promedio de mortalidad infantil de menores de un año es del 22 por mil, en los lugares donde actúa la Pastoral del Niño esta cifra se ha reducido al 12,4 (la mitad del índice nacional).
La impecable trayectoria de Zilda Arns y su laboriosidad a favor de los más necesitados le valieron reconocimientos nacionales e internacionales de todo tipo. En 2001, 2002 y 2003 el gobierno de San Pablo propuso su candidatura al premio Nobel de la Paz. En 2004, recibió de manos de actual presidente Lula el premio “Haz la diferencia” otorgado por O Globo por los resultados obtenidos por la Pastoral del Niño. Este año tenía proyectado viajar a la Argentina, Colombia, Uruguay, México, República Dominicana, Angola y Guinea, según informaron voceros de la Pastoral.
Si acaso todo lo resumido apretadamente alcanzara a dar una idea de la personalidad y el perfil de esta mujer admirable no puedo dejar de mencionar que en 2004 la doctora Zilda fundó también a través de la CNBB la Pastoral de los Ancianos, que cuenta hoy con 14.000 voluntarios para atender a más de 129.000 ancianos. En 2008 decidió crear la Pastoral Internacional del Niño con vistas a replicar el modelo brasileño en otros países de África, Asia y América latina.
Los restos de Zilda Arns fueron trasladados a territorio brasileño en un avión del Ministerio de Relaciones Exteriores 48 horas después de ocurrido el terremoto. Se le rindieron honores de Estado y se observaron escenas de gran congoja popular durante su velatorio realizado en la sede de la Pastoral del Niño (Curitiba), donde miles de personas desfilaron ante su féretro, cubierto por la bandera brasileña y la de la pastoral. A sus exequias acudieron los máximos representantes del gobierno actual, acompañando al presidente Lula, también el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, las precandidatas a la presidencia Dilma Rousseff y Marina Silva, todos los cuales manifestaron su dolor y reconocimiento por el legado de Zilda no sólo para Brasil sino para el mundo. El actual cardenal primado de Brasil y arzobispo de San Salvador Gerardo Majella Agnello ofició la misa de cuerpo presente para los familiares, amigos y allegados de la médica fallecida.
Al conocer la triste noticia de la muerte de su hermana, dom Paulo, quien por cuestiones de salud no pudo asistir a las exequias, expresó: “Acabo de oír emocionado la noticia
de que mi querida hermana Zilda Arns Neumann sufrió como el buen pueblo de Haití el efecto trágico del terremoto. Que nuestro Dios en su misericordia acoja en el cielo a aquellos que en esta tierra lucharon por los niños y los desamparados. No es hora de perder la esperanza”.
Por su parte, en un sentido artículo publicado por Folha de São Paulo en su edición del 14 de enero, el célebre teólogo Carlos Alberto Libánio Christo, más conocido como fray
Betto, refuerza la idea tantas veces relatada por la propia Zilda acerca de que su programa se basaba en el Evangelio de San Juan por aquello del milagro de la multiplicación de los panes y los peces para satisfacer el hambre y la necesidad del pueblo. También subraya Betto la apelación al método de educación popular de Paulo Freire seguido por la Pastoral del Niño al convertir a los voluntarios en auténticos agentes multiplicadores.
Tampoco olvida la experiencia compartida con ella en 2004 cuando ambos debatieron con las autoridades la conveniencia o no de cambiar el plan “Hambre cero” por la “Bolsa familia”. Allí con mucha determinación la doctora Arns se opuso a la eliminación de los comités gestores “por destruir una capilaridad popular que fortalece el empoderamiento de la sociedad civil (…) por reforzar el poder de los prefectos y legisladores municipales que no siempre priman por la ética y la transparencia en el trato de los fondos públicos. El gobierno no debe temer la presencia de la sociedad civil, representada por los comités gestores”.
Por último, Betto concluye su despedida de Zilda nominándola “con el título perenne de madre de la patria”, madre de Brasil, por todo lo realizado por los miles de jóvenes y adultos que sobrevivieron a la extrema pobreza en la que nacieron.
“Zilda Arns nos deja de herencia el ejemplo de que es posible cambiar el perfil de una sociedad con acciones comunitarias, voluntarias de la sociedad civil, cada vez que el poder público y la iniciativa privada permanezcan indiferentes o realicen simulacros de responsabilidad social”.
He aquí también mi humilde homenaje en esta breve reseña de la extraordinaria vida de una verdadera mensajera de Cristo, para contribuir a conocer su obra que seguramente ha de ser continuada en todo el mundo por varones y mujeres de buena voluntad movidos como ella por la solidaridad y la búsqueda de la justicia.