
El hermano Fernando Kuhn, misionero claretiano, hace una propuesta de contemplación y servicio,
guiado por el majestuoso icono del profeta Elias.
Publicado en www.confar.org.ar
Comienzo con una pregunta referida al título, ¿No parece un contrasentido en esta época hablar del camino y de ser caminantes cuando lo que más transitamos son pantallas, pero físicamente estamos más resguardados? Es verdad y, sin embargo, nos sentimos con la invitación de abordar una nueva pregunta, ¿qué significa la actitud de estar en camino?
Para intentar esbozar algunas pistas de resolución te invito a comenzar leyendo el texto de 1 Reyes 19, 1-16.
Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había dado muerte a cuchillo a todos los profetas. Jezabel mandó a decir a Elías: «Que los dioses me maldigan una y otra vez si mañana, a la misma hora, no he acabado contigo como tú lo hiciste con ellos». Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Llegó a Berseba en el territorio de Judá y allí dejó a su sirviente. Se adentró en el desierto durante todo un día de camino, luego fue a sentarse bajo un retamo y pidió la muerte: «Basta, dijo. Yavé, toma mi vida, porque ya no valgo más que mis padres». Se acostó y se quedó dormido. Un ángel tocó a Elías y le dijo: «Levántate y come». Miró y vio que había allí cerca de él una tortilla cocida sobre piedras y un cántaro de agua. Comió, bebió y se volvió a acostar. Por segunda vez el ángel de Yavé se le acercó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti». Comió y bebió. Confortado con ese alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb. Allí se dirigió hacia la caverna y pasó la noche en ese lugar. He aquí que le fue dirigida la palabra de Dios: «¿Elías, qué haces aquí?» Respondió: «Ardo de indignación por Yavé Sabaot, porque los hijos de Israel te han abandonado. Han derribado tus altares, dado muerte a cuchillo a tus profetas; sólo he quedado yo y tratan de matarme». Yavé le respondió: «Sal fuera y quédate en el monte delante de Yavé». Y Yavé pasa. Un viento fuerte y violento pasa delante de Yavé, hiende los montes y parte las rocas, pero Yavé no está en el viento. Después del viento viene un terremoto, pero Yavé no está en el terremoto. Después del terremoto, un fuego, pero Yavé no está en el fuego. Después del fuego, se sintió el murmullo de una suave brisa. Cuando Elías la oyó, se cubrió el rostro con el manto, salió y se mantuvo a la entrada de la caverna. Entonces se oyó una voz: «¿Elías, qué haces aquí?» Respondió: «Ardo de indignación por Yavé Sabaot, porque los hijos de Israel te han abandonado. Han derribado tus altares, dado muerte a cuchillo a tus profetas; sólo he quedado yo y tratan de matarme». Yavé le dijo: «Vuélvete por el mismo camino y anda hasta el desierto de Damasco. Cuando hayas llegado allá consagrarás como rey de Aram a Jazael, consagrarás a Jehú, hijo de Nimsi, como rey de Israel, y consagrarás a Eliseo, hijo de Safat, de Abel-Mejolá, como profeta en vez de ti».
Este capítulo 19 de 1 Re nos muestra un trayecto del itinerario vital de Elías. Te propongo que mires primero a Elías y te detengas en sus actitudes:
El miedo
Ante la amenaza de Jezabel, Elías cae preso del miedo. Un miedo lógico porque quiere articular su fidelidad a la misión y a la vez, percibiendo horizontes cerrados decide salvar su vida. Es un temor que moviliza para huir. La salvación de su vida lo lleva a escaparse para buscar un lugar seguro.
Cansancio y depresión
El camino se hace agotador y finalmente, agobiado se desea la muerte. Queda dormido bajo el árbol y allí pretende dormirse para no despertar. Prefiere poner fin al camino, está decidido a claudicar.
Sinceridad
Es el don principal de este profeta que no elude encontrarse con la verdad. En este caso, expresa su verdad a Yahvéh, entregándole la vida. No hay más razones para prolongar más el camino que va realizando.
Docilidad para dejarse interpelar
El ángel lo saca de la angustia y él se deja interpelar, no se cierra a la invitación de ponerse de pie y comer. En esta ocasión y más adelante cuando se quede dentro de la caverna, acoge las invitaciones y sale de sí, tanto de la postración como del refugio.
Discernimiento
En el monte Horeb hace un recto ejercicio de discernimiento para ver desde donde le hablaba Dios, y a qué pasos nuevos lo invita.
Hasta aquí, estas pinceladas nos centraron en el profeta. Ahora quisiera extender la invitación a dirigir la mirada hacia el ángel y el mismo Yahvé que siempre son interlocutores de Elías.
Será interesante observar y discernir las actitudes del ángel.
La contención del ángel que escucha, que impulsa y que promueve
Efectivamentehay una pregunta que refleja el respeto divino por la palabra humana. Es darle la oportunidad a Elías para que exprese que anida en su interior. Luego se suceden los impulsos a alimentarse, a salir de la cueva y dirigirse al monte.
¿Qué significa la fuerza del “levántate y come”?
Es la preocupación por la supervivencia. La invitación exhortativa del ángel procura que Elías no caiga en depresión y pueda ponerse de pie y seguir en el camino. El itinerario que sigue se profundiza con el simbolismo de los cuarenta días y las cuarenta noches.
La pregunta movilizadora del ángel
Cuando Elías quedó recogido dentro de la cueva recibe una pregunta tras la cual el profeta siente la invitación de salir para el encuentro con Dios. La pregunta antecede a la palabra de invitación que pone nuevamente a Elías en el camino de regreso. No debía huir sino retornar con la fuerza y la asistencia de Dios.
Ciertamente, esta es una lectura rápida de algunas pinceladas del texto. La invitación que ahora les hago es que podamos relacionar este texto con lo vivido este año y sus características tan especiales. De hecho, tal como hemos hecho en otras ocasiones no quisiera hacer coincidir de una manera “concordista” el texto bíblico con la realidad actual. Sólo pretendo proponer una aproximación al texto y aplicar algunos elementos que pueden iluminar la situación actual.
Por un lado, si ponemos el polo de atención en Elías podríamos leer los fenómenos que lo aquejan como el miedo, el cansancio y la depresión y descubrir que nuestra dimensión profética en cuanto Vida Consagrada se ha visto erosionada en muchas circunstancias a raíz de la pandemia y el confinamiento. Esta situación mundial provocó en muchos hermanos y hermanas sensaciones de angustia y desazón, algunos con altos niveles de intensidad. Sobre esta realidad hubo mucha descripción en aportes anteriores.
Ahora bien, lo interesante de Elías es su sinceridad, docilidad y discernimiento. Esta tríada de actitudes en nuestro contexto son la invitación a poner nombre a aquello que nos pasa o lo que acontece en la comunidad y el entorno. No es tan sencillo poder darles nombre a las mociones interiores y no intentar camuflarlas. Sólo desde ahí, al igual que el profeta que acata las indicaciones del enviado de Dios, podremos retomar el camino y restaurar su vida o sostenernos mutuamente.
Por otro lado, si el polo de atención lo dirigimos ahora a la figura del ángel podemos actuar en su misma sintonía. Cuando digo actuar no me refiero a la mera planificación o desarrollo de actividades, sino a un mecanismo que desde la interioridad hacia el entorno es capaz de contener, promover y acompañar sin sustituir las opciones de la otra persona.
Nuestras comunidades podrán desplegar una actuación que refleja a la del mensajero del Señor. Será entonces, una comunidad capaz de acompañar y de hacer regresar al camino de sentido a muchos de nuestros hermanos y hermanos que dejándose llevar por los miedos emprendieron caminos de huida o de negación en diversas direcciones.