Podemos meternos en la médula de un pueblo totalmente desconocido que, empieza a dejar de serlo, desde el momento preciso en que se puede escuchar su música. Y los que saben dicen que, por la música, un pueblo trasciende sus fronteras y comienza a ser un poquito universal. Entonces nos encontramos bailando salsa en la Patagonia o tango en Japón. Y cantamos lo que es un hit en las radios de Murcia o lo que dos ingenieros de sonido de Nashville produjeron una noche cualquiera inspirados vaya a saber uno por qué situación sentimental, económica o estupefaciente.
Y el músico. La música existe porque existen. O tal vez sea al revés… Maridaje evidente que hasta se nos pasa de largo algunas veces.
Músico es quien puede parir sonidos entrañables y sonar en ellos. Porque lograr que una melodía sea una manera de decirse. Es quien puede, en una cadencia de sonidos y silencios, mostrar su transparencia.
Música es el hálito que deja entrever lo que vive y siente el músico. Es camino de regreso a sus memorias y a sus arraigos. También por la música se escabullen, indisimuladamente, los desarraigos y las desmemorias.
Dios es música y es sonido. Es canto y engranaje de voces y misterios capaces de introducirnos en su poética de cielo. No nos quiere intérpretes de su partitura: nos ama músicos de música infinita. No nos busca ejecutores de su obra. Su música somos nosotros.
Dios es música y su creación reside en esta humanidad que desentona cuando quiere ser sólo sonido aislado. Se lastima cuando es puro ruido. Se mutila cuando es mudez.
Jesús es cantor de compases de eternidad. Cantor del Padre. Su Espíritu es el canto. Que dibuja melodías inauditas y es también mano artesana que logra expresarlas definitivamente.
Hagamos música y dejemos de tocar y nada más. Seamos música y no solo sonidos aislados. Nunca seamos ni produzcamos ruidos.
Que nadie te cuente cómo suena Dios: sé su músico. Sé su música. Su canto. El aliento que a todos nos lleve, al escucharte, hasta lo más hermoso del corazón del Padre de Jesús. La certeza de que Jesús sigue componiendo. Y que su Espíritu trina en tu voz.