En su reciente visita a Chile y Perú, el papa Francisco dialogó con los jesuitas de ambos países.
El diálogo completo fue publicado en La Civiltá Cattolica Iberoamericana
Entre las varias preguntas compartimos la siguiente.
Los jesuitas del Perú, desde siempre, especialmente en este tiempo estamos comprometidos, con los temas de la reconciliación y la justicia. Ahora parece que las fuerzas políticas han alcanzado imprevistamente un acuerdo y la reconciliación aparece como un llamado a todos. Se nos propone una reconciliación sin que haya habido un proceso.
Mi pregunta es: ¿con qué actitud vivir, qué elementos tomar en cuenta cuando queremos una reconciliación? Sentimos que la palabra “reconciliación” está manipulada y sentimos que se propone una justicia que no ha sido bien elaborada. ¿Usted qué piensa?».
Gracias.
La palabra «reconciliación» no solo está manipulada: está quemada.
Hoy día —no solo acá sino también en otros países de América Latina— se ha depotenciado la palabra reconciliación.
Cuando san Pablo describe la reconciliación de todos nosotros con Dios, en Cristo, pretende usar una palabra fuerte.
Hoy, en cambio, «reconciliación» se ha convertido en una palabra de cartón.
La depotenciaron.
La depotenciaron no solo en su contenido religioso sino en su contenido humano, ese que se comparte cuando uno se mira a los ojos.
Hoy se negocia debajo de la mesa.
Yo diría que no hay que jugar al circo, pero tampoco patear en contra.
Hay que decir a los que la usan depotenciada: úsenla ustedes, nosotros no vamos a usar una palabra que hoy está quemada.
Pero hay que seguir trabajando procurando reconciliar gente.
Desde abajo, desde los costados, con una buena palabra, con una visita, con un curso que ayude a comprender, con el arma de la oración, que es la que nos va a dar la fuerza y va a hacer milagros, pero sobre todo con el arma humana de la persuasión, que es humilde.
La persuasión actúa así: con humildad.
Yo propongo esto: ir al encuentro del adversario, ponerse frente al otro si se da la oportunidad… ¡La persuasión!
Sobre la reconciliación que hoy día se plantea —no quiero tocar a fondo y en detalle el problema peruano porque no lo conozco, pero me fío de tus palabras, y dado que, como te decía, este fenómeno se da también en otros países de América Latina—, puedo decirte que no se trata de una verdadera reconciliación, profunda, sino de un negociado.
Y está bien: el arte de la conducción política supone también la capacidad de negociar.
El problema está en qué se negocia cuando se negocia.
Si entre el montón de cosas que llevás a negociar están tus intereses personales, entonces ya está…
No podemos hablar ni siquiera de un negociado.
Es otra cosa…
Entonces, en lugar de hablar de reconciliación es mejor hablar de «esperanza».
Busquen una palabra que no sea un caballito de batalla mezquino, usado sin su pleno significado.
Quiero repetirlo, no conozco en detalle la situación del Perú, me fío de tus palabras, pero es un fenómeno de varios países de América Latina, por eso puedo hablar así.